¿Cómo carajo escribo?
Que necedad de pregunta, que sé yo como escribo. ¿escribo? O es un acto egocéntrico, que puede hasta sonar como de gente pensante y marihuanera. No fumo, por si acaso. Nada. Además me da por aclararlo y satisfacer algún resquicio moralista que permanece en la epidermis de un ex valenciano; sí, ex, porque por mi parte pierdo el gentilicio, lo dono, lo regalo, lo alquilo como revolver de policía para atracar a alguien en nombre de la ley. Gentilicio alquilado permite llevar a pasear la arrogancia, petulancia, ignorancia y sobre todo malacrianza propia de un valenciano a tiempo completo. Después devuelves el objeto alquilado y eres gente nuevamente. No es grave, no duele. Sólo lo percibes en el otro, en la expresión inexpresiva de soportarte. Cómo veras esto es entre tú y yo. A veces hablo yo y otras yo también pero a ti, es decir te tomo en cuenta. Disfrútalo.
De la intermitencia
He escrito, es decir, he agrupado un montón de palabras pretendientes de coherencia. Final feliz, no lo sé. Juntas sí, pero digamos que ¿felices por su unión? oscuro concubinato, como respuesta final.
No ha sido la intermitencia de un faro que gira, inexplicablemente, sin marearse, ha sido en su lugar, el inestable motor de un avión pequeño, de sueño aspiracional burgués en estreno, que falla al principio, poco, luego aumenta, se le pasa, viene y va de nuevo. Y así vamos, quién sabe, sigue, sigo en el aire. Podemos caer.
Vuelvo. He escrito, de chiquito, me gusta pensar que fui chiquito en algún momento. Niño, inocente, cualquiera, estadístico. Luego en la crisis de los treinta, etapa inútil y poco identificable hasta que sales de ella, escribí de nuevo. Ahora nuevamente en los cuarenta, aparentemente sin crisis, me ha dado por lo mismo. Creo que es un problema de tiempo libre o computadora nueva. Bonita. Blanca.
Los periodos de abstinencia me han servido para reconocerme de diferentes maneras; he logrado coexistir con el hecho de que parte de mi puede llegar a ser tan frívolo como para no importarle el valor de las palabras. He visto páginas porno en Internet. No he pagado, las veo gratis. También he buscado una moto por horas, igual en Internet, sabiendo que no la voy a comprar. He viajado mucho, leído poco. No sé qué busco cuando viajo. Regreso. Vuelvo a viajar. He hecho hojas de excel calculando como me gasto todo lo que trato de producir y siempre descubro que el dinero está hecho para que otro se sienta dueño del tuyo. Te incluyo. Versito gratis. Hoy no estamos cobrando por las rimas. De nada.
No he escrito. No he podido. Me frenan muchas cosas. O me invento diferentes frenos.
Hoy vienes y me preguntas eso o lo que es peor, pretendes que yo deba hacerme esa pregunta en off, en voz tipo conciencia , voz reflexiva. Yo no reflexiono, yo actúo. Así que a mí no me vengas con vainas, de que sí mi mirada interior, de que cómo me veo, cómo me proyecto, etc. Te digo etc., porque sé que te gustaría, de estar en mí lugar, decir etc. Los que reflexionan lo hacen tanto que no pueden enumerar la serie de conclusiones, entonces las resumen en un sabio etc.
De la temática
Yo mismo en diferentes facetas. Con mucho amor propio y un cariño sin igual, aunque falso, convincente en la distancia a terceros. De niño, de adolescente, de adulto, aparezco en todas las etapas conocidas. Me falta escribir desde la muerte, será por un vacío de imaginación, aunque creo que pudiera ser interesante escribir desde mi velorio, sin cremación a la vista porque detesto el calor y eso sería poco delicado, además de vengativo, mandarme a achicharrar sólo para reducirme a una cajita sin lugar donde esparcirla y tener que, por venganza pero mía en este caso, cargar con ella por tiempo indefinido. A mi que me entierren y que los gusanos apliquen la cadena alimenticia hasta su más mínima expresión. Gracias
De la forma
Con un whiskey, mucho hielo y soda, es decir un insulto a la realeza británica, un laptop, ninguna idea preconcebida y dos dedos. Los ocho compañeros restantes, eunucos en lo que se refiere al tipeo, se dedican a banalidades propias de su discapacidad; portar anillos de matrimonio, groserías clásicas, rascado de picadas tropicales y sexo.
Una época escribí en Mc Donalds a punta de Nestea y papitas aguadas, frías, pálidas, necesitadas de algún estimulante de moda. Deprimente estar rodeado de empleados de turnos de cuatro horas, autómatas de la ingesta caraqueña, suertes de prefabricados mentales incapaces de decidir nada, que hasta a la novia deben preguntarle que si quiere acompañar su pedido con un sundae -No pendejo, que me des unas latas- y seguro que no saben escribir sundae. Es muy difícil saberlo si tu nombre es Elenirme. Pero es una etapa superada, no me gustan los manuscritos, no tenía laptop para esa época y escribía en libretas amarillas; mi letra está cada día peor, no me gusta tener que copiar y ver esa letra terrible y no poder decir que es de otro, que tengo un asistente que copia mis ideas, mientras las voy diciendo en ataques incontenibles de inspiración.
De cómo quisiera escribir
Evidentemente mejor, sin la falla de origen que me acompaña. Quisiera tener algo que contar. Quisiera escribir como bonito, como sin rabia. Interesante preferiblemente. Quisiera escribir desde otro lugar.
De lo que dicen los otros
Ellos, los otros, siempre dicen de todo y honestamente pienso que si les creo me hago daño y si no lo hago también. Pero me preocupa el pequeño grupo de fans que aupa cuanta pendejada se me ocurra, sin discriminar, sólo a favor de mi candidatura al mejor tú si escribes bien… si dejas la fotografía ya sabes lo que puedes hacer cuando yo en realidad discrimino todo, aborrezco todo y de ser posible me le escapo a todos. Pero digamos que me debo a mi público, las bases me lo piden y no me puedo negar. Por lo menos acá estoy dejando ver, con una suerte de lupa, lo desgraciado y manipulador que puedo llegar a ser. Pero en esos casos de contradicción pública y de autoestima en entredicho, justo en ese momento, cuando alguien, alguno, podría aprovecharse del motorizado atropellado en la autopista y el casco nuevecito cien metros más allá, justo en ese momento me doy un gran abrazo, largo, sentido, medio maricón, pero sobre todo capaz de fortalecer mi espíritu golpeado y confundido. Me digo también; tú eres de Valencia, tú puedes con todo y todos, tú sales de esta así sea a los realazos y como si nada, refloto, emerjo, llego a puerto seguro.
Por lo tanto vivan los fans. Tengo que hacer un club, organizarlos, clasificarlos, definir misión y visión del mismo, ponerles códigos porque etiquetas ya se las he puesto, es normal, lo etiqueto todo. Se me hace la vida más fácil, los entiendo. Una etiquetica y listo, una de las veintisiete que tengo. Catálogo generoso, que la verdad es que he pensado reducir a diecinueve, por que más de eso no son más que pequeñas diferencias de personalidad que para mi que sólo veo el grueso, me está resultando imperceptible. Yo te digo una cosa, conozco gente que ve la vida hasta con tres decimales, yo no me complico, creo en los números enteros, en el redondeo.
Te hablo porque no me gusta hablar solo, recuerda que no me gusta reflexionar. Debo agradecerte el que me hayas permitido utilizarte, gracias, ya no me eres útil, por favor sal por donde entraste.
No olvides cerrar la puerta.