viernes, 18 de junio de 2010

Ejercicio 2

-De lo banal a lo extraordinario: seleccionar cualquier objeto que usen cotidianamente y escribir una crónica mínima (entre 2.000 y 3.000 caract) sobre el vínculo que tienen con ese objeto. La idea es contar alguna historia (real, por supuesto) que tenga al objeto como punto de partida. Que el objeto sea el ángulo, es decir, la excusa que tenemos para relatar una historia interesante. Que convirtamos eso que nos parece trivial (porque lo usamos con mucha frecuencia) es algo capaz de llamar la atención de otros. La meta? Escribir una historia de lo cotidiano. (cepillo de diente, zapatos, monitor, ventilador, vaso, plato, silla, gancho, medias, interiores, blumer, bolígrafo, papel toilet, champú, almohada, cafetera, budare, etc, etc, etc).
No confundir: no se trata de "humanizar" al objeto. No pongan al objeto a hablar como esos animalitos o cafeteras en el cine que hablan como nosotros. No. Que la historia gire alrededor del objeto o desde el objeto.
Traer impreso, porfa...



MIS 206 OBJETOS

Objeto de uso diario y común tengo más de uno.

De hecho tengo 206, 208 ó 216. Wikipedia no es de fiar.

Ante la desconfianza numérica, la pregunta y la respuesta: “sé que nacemos con 300 pero luego unos se empiezan a pegar y llegan a 206 ó 216. Quién sabe, quizás hay a quienes se les quedan unos sueltos y por eso tienen 216”.


Aceptando el misterio, me acepto como única fuente de información confiable, comprobable a través del dolor y de sus consecuencias.


Se ha malogrado más de uno.

Con precisión cuatro con daño directo y cinco de forma indirecta, como las fuentes de trabajo que lo salpican todo.


El 1.94% de los objetos, estos objetos, ha sido víctima de fuerzas superiores al punto de quiebre.


Informe de daño del objeto 1

Cuarto año de bachillerato, zapato barato, versión china de versión colombiana de lo que se llamaba, llama, Vans.

Charco auténtico, salto amanerado e inapropiado.

Objeto con daño directo producto de caída estrepitosa. No hay apelación, fractura de material.

Reacción paternal tardía.

Yeso suplicado.

Yeso.

Muletas.

Vergüenza escolar.

Cómo se explica un yeso por charco en el mundo del motocross, futbol, ski acuático y voleibol.

En ese se caso se procede al rumor no confirmable de historia intrigante.

No charco.

Valencia es intolerante a historias insignificantes.


Informe de daño del objeto 2

Años después.

Caracas.

Misma cantidad imprecisa de objetos. No varía.

El fracturado se une al resto con el tiempo.

Aunque lo ven de reojo, lo aceptan por un tema de solidaridad y sindicalismo consolidado por la treintena. Dato impreciso pero verificable.

La Vespa no es una moto, es una vespa.

Sientes esa cosa italiana al manejarla.

Estrellada contra la pared de los Beracasa en Los Chorros, a 50 kilómetros por hora, es una moto. No más.

Crack, así sonaron los objetos cuando la piedra caliza los recibió de brazos abiertos.

Dos fracturas, cirugía, clavo por dos meses, cuento con moto.


Informe de daño del objeto 3

No mucho después.

Lagunazo, estado Cojedes.

Curso, taller, vivencia grupal o pégale la cola al burro, ya no sé ni lo que era, pero para desarrollar liderazgo en situaciones complejas.

Secuelas egocéntricas de una actuación medianamente decorosa durante la tragedia de Vargas.

Bueno señores, lo importante es controlar el miedo, evaluar el riesgo, entender que no hay peligro, asumir la actitud de líder.

Todo eso dijo el único pajúo que fue incapaz de acercarse cuando me dejaron caer a mí y a mis objetos varios desde nueve metros de altura.

No supe cómo sonaron los objetos cuando cumpliendo con la gravedad se aproximaron a tierra.

El dolor se hizo protagonista y opacó al resto del elenco.


Los objeticos, porque lo que dan es lástima a estas alturas, quedaron como mapa político, plagado de pequeños municipios.

Ahora sí, un cuento de altura.

El mismo objeto ha sufrido digamos que de fatiga de material en tres oportunidades, y de restauración, la misma cantidad de veces.

Cada vez se ha hecho acompañar por otros, en real actitud de liderazgo.

No todos los reparadores se han lucido, por el contrario han dejado su firma-huella dónde no debían.

Los objetos suenan al caminar descalzo. Sobresale alguno a la altura del pecho e impide colocar la mano izquierda en ángulo recto, que aunque inútil el acto, se me antoja.

Espero seguir con mis objetos, los reparados, los por reparar.

Todos me acompañan.